Impactos, mascarillas y modelo sueco
Como científico y docente de biología celular, soy consciente de la existencia del virus Covid19. Pero estudiando muchos documentos, artículos científicos y noticias de salud, pienso que estamos frente a un artefacto biológico que fue usado para crear, nuevamente, una cultura del miedo.
Al día de hoy, 8 de noviembre del año 2020, la Universidad Jhon Hopkins nos reporta un total de 1’200.000 muertes en todo el mundo y 44 millones de “contagios” por la infección del virus Covid19. Esto nos da un porcentaje mundial de letalidad del 0,01% en relación con los 7.500 millones de habitantes. Sé que puede sonar crudo. Pero la experiencia de Suecia nos muestra que esta infección tiene picos que debido a un efecto ecológico/evolutivo, sobrevive el más fuerte en medio de una inmunidad de rebaño. Suecia esta demostrando que luego de tener altos picos de contagios y muertes en comparación con sus vecinos escandinavos, hoy (noviembre 2020), solamente presentan 20 pacientes hospitalizados. Anders Tegnell es el osado epidemiólogo sueco que se atrevió a ir en contra de las recomendaciones de la OMS. Fue tal el impacto del modelo sueco que el New York Times tildó a Suecia como un “Estado Paria”, por no seguir las medidas del resto del mundo. El periódico El Mundo de España desde el mes de abril se dedicó a tirarle piedras, hasta que en un artículo del 22 de septiembre, se preguntaban si en verdad Suecia tenía la razón desde un comienzo. Al parecer, las claves de este éxito están en la disciplina de sus ciudadanos frente a los consejos del gobierno a través de su ministerio de salud. Primero, no salir a la calle si se está enfermo o con síntomas de infección por covid19. En segunda instancia, si se está con dudas de tener covid19, debe realizarse el test. Y por último, evitar las aglomeraciones de más de 50 personas y si se está enfermo, no debe acercarse a los adultos mayores de la familia. Este tipo de consejos fueron utilizados en un país como Suecia, donde verdaderamente se actúa con conciencia, disciplina y se tiene una confianza en el Estado de Gobierno. Hay que mencionar que en Suecia la gente no usa mascarillas, a no ser que se encuentren en grandes aglomeraciones. Cabe mencionar que en Suecia no hubo confinamiento. Nunca cerraron los bares, ni los centros comerciales y tampoco los colegios. En resumen, en Suecia no se utilizó el miedo. Pero eso si, todo tiene un precio. El 70% de los fallecidos en ese país son personas de alrededor de 82 años. El gobierno sueco fue consciente de las falencias que se tuvieron en los hogares geriátricos frente a la infección por covid19. Después de haber sido corregidas, hoy no existe ningún contagio en ninguno de ellos.
De otro lado, el uso de las mascarillas ha generado una cultura del miedo aterrador. Mientras que una célula es medida en micras, que equivale a 0,001 mm, los virus son medidos en nanómetros, osea a 0,0000001 mm. Por lo tanto, un virus es muchísimo más pequeño que una célula. Es decir, que los poros de una tela común y corriente, con que se han creado los tapabocas no quirúrgicos, y que se venden en las calles, son cráteres para un virus si se comparan sus tamaños. Se nos ha vendido la idea de “protección”, pero más parece una estrategia del miedo al otro. Una inseguridad social. Según la revista Science Advances del mes de agosto, afirmaba que “los tapabocas de tela no sirven de casi nada”. Es tan paradójico el tema, que en el mes de marzo, la misma OMS declaraba que no era necesario el uso de las mascarillas. Luego se retractaron.
De otro lado, no he escuchado en ningún medio de comunicación oficial acerca del cuidado a través de la nutrición. Las personas en confinamiento están ingiriendo grandes cantidades de azúcar y grasas, siendo realmente perjudicial a la hora de tener una reacción inmunitaria, aumentando el factor inflamatorio y desencadenando una tormenta de citoquinas cuando hay infección por el virus covid19, agravando la situación del paciente. Anteriormente hemos tratado el impacto de una dieta hipercalórica, el covid19 y la obesidad.
No coloco la economía por encima de la salud, pero la gente está desesperada. En Europa se está generando en los ciudadanos un estado de sin salida. Un caos. En España el turismo se ha reducido casi en un 60% en el verano. Y esto será peor. Según un estudio de la facultad de economía de la Universidad de los Andes, en Colombia se teme un retroceso de mínimo 10 años en cuanto al desarrollo económico, si no se toman medidas a tiempo. La clase media es la más vulnerable, dice el estudio, ya que pueden llegar a ser parte de los casi 7.3 millones de habitantes en situación de pobreza, a la que antes, no pertenecían. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) estima que alrededor de 346 millones de empresas irán a desaparecer en el mundo7. Desde mi perspectiva, ha sido mucho más fuerte el impacto que ha tenido la “pandemia” sobre la economía mundial y la sociedad, que el número de muertes por covid19. Sé que suena crudo, pero las enfermedades cardiovasculares, las isquemias, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y las enfermedades respiratorias (EPOC) matan al año alrededor de 20 millones de personas en el mundo, según la OMS en el 2008. Incluso solo las enfermedades diarreicas matan un millón de personas al año8. Una gran parte de esas muertes por enfermedades cardiovasculares y coronarias son consecuencia de llevar erróneos patrones dietarios en occidente, para los cuales, no existen verdaderas campañas de restricción de este tipo de productos en ninguna parte del mundo. Sobre todo en la alimentación infantil. En contraste, en los países subdesarrollados mueren millones por enfermedades, consecuencia de una extrema pobreza: dengue, malaria, diarrea, entre otros; las cuales al parecer, tampoco es una gran preocupación de los países ricos y menos de las multinacionales farmacéuticas, al no encontrar en los países subdesarrollados, los “cliente$” para vender sus medicamentos y/o vacunas.
El impacto del covid19 ha tocado también las puertas de la salud mental de nuestros hogares. Endeudamientos con los bancos, desesperanza, pérdida del trabajo, depresión, miedo, violencia intrafamiliar, son consecuencias del confinamiento y del impacto económico mundial de las restricciones que se ha utilizado para controlar la infección por covid19.
El mundo ha cambiado, el mundo ya no será el mismo.
Referencias
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