Muchos me preguntan el motivo por el que soy vegetariano. Otros, con cierta suspicacia, me preguntan cómo remplazo la carne. Y en todos estos 34 años que llevo de vegetariano, no falta el que me relaciona con algún grupo radical místico o religioso. En 1986, la primera vez que estuve frente al Dr. Germán Duque Mejía en su consultorio y realizó su primer chequeo radiestésico sobre mis manos, soltó el péndulo, vio a mis padres y a los jóvenes médicos que asistían a su consulta para aprender medicina biológica, y dijo: “Si este niño sigue el vegetarianismo a partir de hoy, podrá tener una mejor calidad de vida”. Ese mismo día me hice vegetariano.
Por esa época, ser vegetariano en Colombia era muy complicado; en especial el gremio médico era muy renuente a estas ideas. Es muy raro conocer un médico que conozca sobre nutrición. Casi en ningún currículo de las facultades de medicina en Colombia tiene nutrición. En algunos casos es una materia opcional, mas no obligatoria. ”No come carne, no come pollo, ni come pescado; ¿entonces que le doy?”, me dijo alguna vez, una jefe de nutrición de un Hospital en Bogotá. Pero la verdad, solo veo que la gran mayoría lo que hacen es tomar el peso de un paciente y anotar su altura para sacar requerimientos de calorías; nada más. Opino que un nutricionista debe saber cocinar y brindar así, verdaderas alternativas a sus pacientes.
En mi casa iniciamos comiendo: arroz, papa, plátano, yuca y, ensalada de lechugas, cebolla y tomates. Terriblemente desbalanceados y con muchos carbohidratos juntos. De vez en cuando se ingerían frijoles o garbanzos. Nada más. Pasaron los años, y a pesar de que soy el único vegetariano de la familia, la base de la comida ha sido vegetariana. Fuimos aprendiendo poco a poco a enriquecernos de una dieta variada. Lucy Hoyos, nutricionista de la Universidad Nacional, me dio los primeros pasos al cambio de lo que serían las futuras enseñanzas del maestro y sabio Dr. Keshava Bhat, mucho después en Cumaná (Venezuela); aprendiendo recetas, nuevas plantas y muchas mezclas entre la gran variedad de alimentos que nos da la tierra.
Hoy ser vegetariano es mucho menos complicado que hace 30 años. Aunque aún siguen muchos restaurantes vegetarianos con el mismo arroz integral insípido, la torta de banano, la “carne” de soya y la ensalada de lechugas, cebolla y tomate…¡Terrible!
El mundo del vegetarianismo es mucho más bello y variado. En Colombia tenemos una gran biodiversidad, la gran mayoría desconocida. Frutas, leguminosas, cereales, semillas y hortalizas. Ser vegetariano es un estilo de vida. Va más allá de seguir estrictamente una dieta.
Soy vegetariano porque he sido testigo de la respuesta que tiene mi cuerpo, cuando ingiero únicamente esta gran variedad de alimentos. La carga tóxica de una persona omnívora (que come de todo), es mayor que la de un vegetariano. El exceso de ingesta de proteínas hace que la célula deba trabajar más en sus procesos catabólicos y así generar más calor, más radicales libres, más creatinina y una mayor acumulación de toxinas. Principalmente, aconsejo el vegetarianismo para esos pacientes que han tenido una vida de excesos: diabetes, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico y diálisis.
Soy vegetariano porque quiero estar más unido al concepto de la madre tierra. La tercera parte de los cereales que se cultivan en el planeta no son para consumo humano, sino para consumo animal. China compra y deforesta el Amazonas para sembrar soya y alimentar cerdos, que venden en la industria alimentaria a gran escala. Soy vegetariano porque creo en la consciencia planetaria a través de la no-violencia. No soy parte de ningún grupo religioso o de filosofía radical; dicha razón la he reflexionado solo. Ser vegetariano es reconocer los 5 elementos de la naturaleza: tierra, fuego, aire, agua y éter, en cada uno de los alimentos que la tierra nos ofrece, como lo enseñan los indígenas y la medicina ayurveda.
Ser vegetariano es ser consciente de la importancia de la alimentación como fundamento y pilar de la salud. Mientras ingieres una sana alimentación, el cuerpo tendrá una mejor capacidad de defensa ante virus, bacterias y hongos; un menor riesgo de sufrir de cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y de cualquier otra enfermedad degenerativa o metabólica.
Ser vegetariano no es ingerir exceso de carbohidratos. Tampoco consumir productos light que contengan: aspartame, acesulfame K o sucralosa; es mejor usar stevia liquida o miel. No es conveniente ingerir todos los días gaseosas y excesos de azúcar. Pero también aprendí con el tiempo a no creer en radicalismos, que hacen tortuosos los caminos de la vida. Muy rara vez, puede uno “pecar” con una gaseosa y alguna comida rápida vegetariana: hamburguesa de lentejas, perro caliente vegano o una pizza de frutas o verduras. Cuando ingiero mis pecados, procuro que sea en los días que tengo diálisis y así poder tener menos tiempo las toxinas en mi cuerpo. Es equivocado afirmar que porque estamos en diálisis, la vida no debe seguirse llevando de manera normal y feliz.
En nuestra HOJA DE PARRA daremos pequeños trucos, recetas y consejos para que los pacientes puedan seguir su vida normalmente, pero con disciplina para no caer en los excesos.
En conclusión, recomiendo llevar un estilo de vida vegetariano, variado y con porciones acordes al gasto energético de cada uno.
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